martes, 10 de junio de 2008

EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS


¿TAMBIÉN SI ESE SUEÑO ES LIBERTARIO?

Ignacio (Budiña, Colectivo)
Amigos aitite eta amama berriak:
Adjunto un textículo (que significa texto pequeño) con algunas reflexiones y una imagen ad hoc. Si lo crees oportuno, lo sitúas en tu BLOG.
Saludos de los kolegas,
Ignacio & Begoña.

La primera línea del título corresponde a uno de los famosos grabados de Goya, que representa a un ¿ilustrado? reflexionando de forma somnolienta sobre los escritos que va pergeñando y a cuyas espaldas se sitúa un gran felino desorbitado, siniestras aves nocturnas y negros murciélagos o vampiros surcando un grisáceo ambiente.

¿Era consciente Goya, cuando dibujó la estampa, del profundo significado de la frase que en ella figura? ¿Conocía o intuía cómo las ideas o doctrinas más luminosas soñadas por razones humanas buscando la concordia, el bienestar o la felicidad colectiva, terminan indefectiblemente generando monstruos indeseables que acaban devorando a sus hijos y, a veces, a sus creadores?

Sin pretender ir a una revisión histórica desde los orígenes, sino manteniéndonos solo en tiempos recientes, nadie duda del humanismo que impregnaban los razonamientos de Cristo, que pretendía basado en el amor mutuo reformar el cruel monoteísmo judaico, ni el sincretismo de Mahoma que aprovechaba las esencias del cristianismo y judaísmo para civilizar la sangrienta idolatría árabe, ni las doctrinas de Marx y Engels estructurando las ideas socializantes de sus predecesores para generar comunidades donde se evitase el dominio del hombre sobre el hombre.

Todos sabemos donde han terminado esos sueños de la razón. Las Iglesias Cristianas, ninguna de ellas fundada por Cristo, han sido el paradigma de la crueldad y devastación; no digamos nada de la yihad musulmana, en su interpretación radical, que ni siquiera ha superado la concepción medieval que gracias a Renacimientos o Revoluciones han hecho crearse leyes civiles para atemperar a las cristianas; de cómo la Ilustración culta y razonable pudo generar el Terror o un Napoleón tirano; sin hablar de las terroríficas derivas de Stalin o Mao y sus seguidores más crueles.

Aunque de menor trascendencia histórica, por haber sido muchas veces ahogado recién nacido, está el SUEÑO DE LA RAZÓN LIBERTARIA. Inmerso en estado embrionario en lo más profundo del espíritu humano, nunca ha dejado de ofrecer brotes dispersos. No muy antiguas fueron algunas desviaciones heréticas del cristianismo, como los fraticelli o los anabaptistas; más organizadas las teorías del socialismo utópico del XVIII; definitivas las derivadas del marxismo con las figuras de Bakunin, Kropotkin o Malatesta. La mayor parte, abrasadas a sangre y fuego por la ideología de la cual se desviaban y no raramente consumidas por duros enfrentamientos internos.

No pretendo ahora un análisis de esas doctrinas, sino reflexionar, aquí y ahora sobre los monstruos que pudiera generar un sueño libertario en el mundo actual de países desarrollados, donde, dentro de una estructura democrática en las formas pero fuertemente oligárquica en el fondo, se disfruta de un bienestar que se refleja con apreciables resultados en las encuestas sobre felicidad.

Hay un sentimiento que incluso antiguos marxistas ortodoxos manifiestan: que todas esas ideas solo desempeñan papeles positivos cuando no son dominantes. Es decir, cuando sus practicantes actúan como removedores de conciencias o como revolucionarios sin esperanza, aunque siempre con el problema del surgimiento de la violencia para apoyar sus acciones. A ello se suma la enorme complejidad tecnológica del mundo actual que supera, en opinión de muchos, la capacidad de aplicación de unos sistemas anclados en una sociedad recién industrializada. También el fraccionamiento ideológico de las ideas libertarias, ya de por sí dentro de un colectivo total de escasa entidad. ¿Tiene posibilidades un enfoque básico realista o solo pervivirá en forma de un movimiento romántico, dialéctico o estético, aunque ya sin los monstruos de antaño?

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