Mikel Orrantia Diez,
Sestao. 19.05.2009 – revisé en Forua el 17-08-2009
¿Que ha sido de los sueños…?
Me preocupa, si. Mucho. Por eso insisto: Quisiera saber que fue de los amigos perdidos en la noche del tiempo y la memoria, por ejemplo.
Me pregunto, escuchando al bardo Cafrune: ¿A dónde van a parar las amistades perdidas? ¿Habrá, me digo, un gran río del amor de los hombres que reúna en el los encuentros felices y los malogrados sueños de la amistad entre seres humanos?
¿Dónde quedaron, pienso, los caminos que recorrimos felices o contrariados y luego olvidamos? ¿Dónde estarán los compañeros de viaje que nos hicieron mejores? ¿O, incluso, aquellos otros que olvidaríamos gustosos porque nos hicieron sufrir?
¿Habrá un lugar donde se hallen los amores que no pudieron ser. Las amantes factibles que no llegaron a conocer nuestros deseos ocultos por nubes de cortesía y educación religiosa. Los amores pasionales de un rato, que no fructificaron…?
Las lagrimas derramadas por la impotencia de los Hombres a lo largo de la historia de la Humanidad, deben conformar un enorme río de recuerdos perdidos: entrañables, muchas veces, terribles otras, anodinos muchas mas.
Recuerdos perdidos en las memorias recónditas e infinitas de los seres humanos, ocupados en vivir precipitadamente, sin perspectiva, a caballo del día a día… Y, por ello, sin posibilidad de discernir sobre lo trascendente… Que se queda así entre las manos de dominio de los poderosos, que en lugar de soñar, hacen...
Por eso me cuestiono: ¿Qué fue de los sueños perdidos que no pudieron ser? … Y, amigo, compañero, te pregunto a ti al mismo tiempo: ¿Te acuerdas de cuando soñabas con un amor apasionado y eterno? ¿siempre vívido y juvenil, quizá. ¿Qué me dices del sueño adolescente, juvenil, quizá, de lograr una amistad cuyo ‘encuentro’ cotidiano te posibilitase estar siempre acompañado y feliz? ¿Lo lograste? ¿aun lo persigues en la vejez primera, como yo…?
Aun recuerdo como pergeñaba cambiar el mundo por otro mas eficiente, convivial, digno y libre. No deje que ese sueño militante se perdiese en lo obscuro e interesado de mi memoria en los años obscuros que perseguí el éxito personal. He convivido con ese sueño utópico todos los días de mi vida. Le comparto con algunas, pocas, personas. Sueño fértil y desgarrado, de áridos y felices, contradictorios, recuerdos, de los años jóvenes de activista libertario y altruista; entregado, soñador de incertidumbres…
Creí poder lograr ‘para ya mismo’, con mis propias manos de alfarero de sueños y utopías, un mundo sin oprimidos ni explotados, ni fronteras, sin personas incultas o excluidas… Dueños al fin, todos, de nuestras vidas, quehaceres y destinos; y hacedores libres y responsables de presentes sostenibles cargados de futuro convivial…
Y pienso y me interrogo, y nos pregunto: ¿Qué queda de las utopías que nos hicieron soñar despiertos? ¿Qué, del alegre esfuerzo, de la entrega y el sufrimiento juvenil? ¿Qué ha sido de las mil flores que sembramos a mano en las cunetas de los días, de aquellos años de activos e ilusionados constructores de mundos, y de sueños…?
¡Soñadores irredentos! ¡de futuras realidades, a construir con las propias manos! …¿Qué fue de los sueños perdidos en la obscurecida memoria del sálvese quien pueda que traen las derrotas, del olvido…?
Y me digo, pesaroso, preocupado: Y ¡si hubiésemos llegado a ganar! ¡¿Habríamos tenido que imponer al mundo aquellos sueños!? …Y, ver así, quizás, ahora, vivir el presente sin posible alternativa, sin utopía factible que sembrar…
(En cuanto a mí, que esto escribo, aprendí bien pronto que solo merecen pasar del sueño a la realidad, aquellos modelos sociales, políticos, económicos que cuentan con la participación mayoritaria de los ciudadanos informados, cultos y libres: ¡Nada que sea impuesto, será un sueño libertario hecho realidad…!)
Soñador de mundos y revoluciones libertarias, hoy, ayer: ¿arrepentido…?
¿De qué?, me pregunto, ¿quizá debiera estarlo de vivir, de haber vivido? ¿De arriesgar por lo que quise y creí que debía ser hecho, y yo podía, y debía participar y hacerlo…?
¡Pobres aquellos que aherrojan su vida al paso regular y cansino de buey, para evitar con ello los riesgos! ¡siempre necesitarán de alguien que coloque y les tire de la anilla, para encontrar el camino trillado de la supervivencia en una vida como un traje de domingo, en el mejor de los casos, ‘hecha a medida’…!
Dejo pues el camino y el paso regular del buen buey, para aquellos que tratan de hacer de nuestras vidas algo parecido a un cementerio de paz y orden eternos, una sociedad de gentes reguladas hasta el extremo seguro, gentes grises y uniformes: Por otro lado, amigo, ¡vano intento!: chocarán con el azar y la necesidad, imprevistos, inabarcables, que llegarán un día u otro para derribar indestructibles edificios sociales de poder de dominio. ¡Eso espero!
Y un consejo, que me doy a mi mismo y a los míos: ¡No olvidemos lo vivido! ¡No olvidemos de vivir; libres y conviviales, por favor…!
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