jueves, 30 de diciembre de 2010

LA PIEL ESCAMADA DE MIS GENTES



LA PIEL ESCAMADA DE MIS GENTES
Sestao, Marzo de  2007
Mikel Orrantia Diez –Tar

 
Érase una vez una Margen, cuyas  gentes tenían la piel cubierta de escamas de hierro. Años atrás, eran gentes  normales. Sus pieles tenían el tacto de las pieles humanas, de las gentes de  los campos de las tierras de Iberia. Pero, hubo una época, en la que unos  señores de Bizkaia se dieron cuenta, del valor que tenían algunas tierras de  Encartaciones, repletas de mineral de hierro, y, como tenían poder y riqueza  acumulada en sus manos, tomaron la decisión de hacerse con la propiedad y  escarbar el suelo, separar el mineral y venderlo a quien lo demandaba y pagaba  bien por él.

No mucho tiempo después, estos señores vizcaínos, junto con otros  de Inglaterra, Bélgica, Francia y Alemania, se dieron cuenta de que lo que hacían  ingleses y belgas, por poner un ejemplo, con el mineral de hierro de Bizkaia,  podían hacerlo ellos en nuevas fábricas a las orillas del bajo Nervión. Ni  cortos ni perezosos, pusieron manos a la obra. Poder económico, poder político  y conocimiento científico y tecnológico, junto al nervio obrero, vinieron a  juntar sus destinos y a determinar los nuestros, en las orillas del viejo Nervión.

Nacieron nuevas poblaciones, entre viejos caseríos que vieron crecer fábricas, minas y ferrocarriles. Y, vinieron nuevas gentes, a dejar sus vidas en los tajos de la Margen. Nació Burdiñaldea, la Margen Izquierda de la Ría bilbaína.

Y las doradas pieles solares, curtidas por la rosa de los vientos, en los duros cuerpos proletarios, de las gentes de la vieja Iberia, venidas a ganarse el pan y la sal en este rincón de la mítica Vasconia, vieron cambiar el color de sus pieles en la noche de los  intestinos de la tierra minera, junto a la boca solar de los fuegos de Vulcano de los hornos de sus fábricas que escupían un mundo nuevo jamás visto por  estos lares y forjaban en él nuevas clases sociales, culturas populares, intereses y poderes... desconocidos en estas tierras hasta entonces... Y, las  pieles escamadas por laminas de acero de sus gentes, cambiaron de nuevo para  siempre.

Hoy, décadas después, sus nietos no conocen esa historia; se ha  perdido la memoria de sus luchas, de sus logros, de sus derrotas y de sus cementerios: Los hombres y mujeres de Ezkerraldea, de piel escamada por el  hierro y el patrón, a la sombra de la empresa y del poder de dominio, fallecen, se llevan su piel y la memoria de sus luchas con ellos, y nos dejan solos con la piel ya limpia de escamas del hierro de sus fabricas, y sin memoria.

Nos queda como un vacío del alma proletaria que fuimos, la ausencia: de memoria, de las gentes de piel escamada, de fabricas y de culturas obreras… que se fueron para siempre jamás. Hoy reemplazadas por hipermercados, consumismo vacío, velocidad y viajes a los confines de la tierra en busca de sol, la playa y la arena con la que rellenar el vacío de las vidas sin sueños de otras formas de vida. ¡Que tiempos, estos! ¿Vendran acaso aún otros mejores?

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