Estado de crisis aguda estructural que esta
dejando en Europa un largo y ancho rio de empobrecimiento de las clases medias,
por no hablar de la dramática situación de las familias con todos sus miembros
en paro y de unos cambios sistémicos que dejan fuera del sistema productivo y
del asalariado (¿para sempre?) a un porcentaje cada vez mas alto y
creciente de ciudadanos europeos. Vivimos esta situación critica global y
europea, en un periodo historico en el que la salida de la misma la marcan y
condicionan los poderes establecidos (los democráticos - Gobiernos
nacionales-estatales, con mayorías parlamentarias de derechas, y los fácticos,
los financieros y transnacionales y de las grandes empresas, con presupuestos
en juego e influencias y poderes mayores que los de numerosos estados nacionales).
No solo los Estados Nacionales se han revelado
con poder insuficiente para hacer frente a los retos de la crisis, sino las
propias estructuras de la Unión Europea han dejado ver a las claras que eran
endebles, insuficientes como 'unión' para responder con inteligencia y rapidez
a los retos de un sistema financiero global todo poderoso.
La salida que apadrinan los gobiernos de derechas
de Francia y Alemania, y que parecen seguir la mayoría de países del Euro,
se orienta cada día con mayor claridad a reforzar los poderes económicos
de gobernanza de la Unión, limitando al tiempo los de las haciendas
nacionales-estatales. Lo llamen como lo llamen Sarkozi y Merkel, estamos en esa
linea de gobierno global europeo metidos de hoz y coz... ¿Sera malo o bueno?
Depende. Mirando a la historia de Europa y del mundo, yo temo tanto a los
nacionalismos EstatoNacionales que veo con buenos ojos que caminemos hacia mas
unión europea y menos estado nación. No me gusta el como y la ausencia del
pueblo soberano que se haya tan aterrorizado y desnortado y desorganizado que
se ve incapaz de mirar y constatar lo que pasa y actuar en consecuencia con una
visión mas solidaria y menos individualista. Pero avanzar hacia mas Unión
Europea acabará siendo parte de nuestro futuro y del de nuestros hijos, espero
verlo, y a una nueva Europa mas democratica y mejor gobernada hacia un
progresos sostenible y solidario y confederal en el que todas las culturas, los
pueblos y las personas esten reconocidas por las leyes y vivamos en una democracia
solidaria y libertaria y fraterna, ejemplo para otras regiones del Planeta
Tierra.
Aporto aquí dos
documentos que me han parecido relevantes, entre los que vengo leyendo las
últimas semanas. No porque este mas o menos
de acuerdo, no; porque dicen, aportan luces sobre lo que está pasando y va a
pasar.
El articulo de
Sami Naïr, en EL PAIS del pasado 28 de enero (SAMI NAÏR 28 ENE 2012) es
una joya de análisis critico cargado de lucidez y del maximo interés, incluso
cuando se difiere del autor en lo que dice. La entrevista a
Nicolas Sarkozy en (LE MONDE 12 DIC 2011), reproducida por EL PAÍS, no tiene desperdicio
para conocer al personaje y sus ideas y lo que están cocinando el tanden
Alemania - Francia en Europa y para los europeos del Euro y la Unión.
Feliz lectura, en línea con lo que nos espera,
quizá, en el mejor de los casos, tan mal siento que están las cosas.
Salud.
ORRANTIA.
Asesores de Comunicación
TRIBUNA
Nuestra piel
Los
Estados aplican recetas destructoras,
bajo la
batuta de una Alemania conservadora
SAMI NAÏR 28 ENE 2012 – EL PAÍS
¿Quién
tiene interés en utilizar la crisis social y económica actual? No cabe duda
ahora que nos estamos enfrentando a una ofensiva histórica, a escala europea,
de las capas más ricas y de los detentadores del capital financiero para,
aprovechando la crisis mundial, reorganizar los sistemas sociales europeos para
su propio beneficio. Esa ofensiva se apoya en las clases conservadoras y, a
menudo, cuenta con la complicidad consciente del social liberalismo encarnado
por algunos partidos socialistas europeos. Varios apuntes testifican esa
durísima batalla.
Primero,
en la zona euro, la Comisión de Bruselas, el Consejo Europeo y el eje
franco-alemán, fieles servidores del Banco Central, están impulsando cada vez
más políticas drásticas de recortes, haciendo pagar a las clases medias y
populares el coste de la lucha contra los déficits presupuestarios.
Segundo,
en vez de modernizar la maquinaria económica con una política mundial y europea
de flexibilización del déficit y de relanzamiento del crecimiento, lo que
significaría intervenciones públicas masivas y una reforma del sistema
monetario internacional (recuerdo aquí que, salvo el último punto, es
precisamente lo que en 2008 le propuso, en balde, Barack Obama a la señora
Merkel), los círculos financieros mundiales y europeos optaron por incrementar
la presión sobre los Estados europeos para que reduzcan la financiación de las
políticas públicas, acaben con los sectores de interés general de sanidad,
educación y con las Administraciones de servicios de uso público, bien
privatizándolos, bien aniquilándolos. La encarnación viva de esta política la
tenemos hoy en todos los Gobiernos europeos, sometidos al liderazgo del eje
Merkel-Sarkozy, que recuerda la pareja Ronald Reagan-Margaret Thatcher de los
ochenta del siglo pasado.
Tercero,
desde la quiebra griega, los mercados financieros se apoderaron de la riqueza
pública europea con tipos de interés cada vez más altos, y obligan a algunos
países a endeudarse como nunca ocurrió en su historia. De hecho, estos países
europeos están perdiendo su soberanía nacional. Más grave aún, los detentadores
de capital se benefician, desde 2008, de la falta de resistencia de los
Estados; pueden también apostar a que la depresión social no provocará
revoluciones sociales en los países desarrollados, siendo el ahorro privado
importante y que el envejecimiento de la población, vinculado con la
disgregación política de la izquierda europea, está facilitando una estrategia
ofensiva en contra del mundo asalariado.
Cuarto:
casi cinco años después del estallido de la crisis, no hay ni un país de la
zona euro que haya podido reducir sus déficits estructurales; la deuda pública
aumenta por doquier, el paro se dispara (más de tres millones en Francia,
pronto seis millones en España) igual que la inflación, mientras que reaparece
la hidra del empobrecimiento. En su libro Contra la crisis, otra
economía y otro modo de vivir, el economista Juan Torres López apunta que en
Francia “cuatro millones de personas viven en situación de aislamiento, no
tienen ningún vínculo relacional y que hay 8,4 millones de pobres. En Alemania
se calcula que en 2011 hay 12,6 millones de pobres y según la ONU, en este
país, uno de cada cuatro niños va al colegio sin desayunar; en Italia, en 2010
había 8,2 millones de pobres y en Estados Unidos 44 millones de pobres”. Al
revés, la especulación financiera sigue utilizando los circuitos bancarios y
tampoco sabemos hacia dónde ha ido a parar el dinero que se les ha otorgado a estos
bancos desde 2008.
Sin
embargo, los Estados siguen aplicando las mismas recetas destructoras, bajo la
batuta de una Alemania conservadora, del seguidismo de Francia y de un euro
sobrevalorado (empezó en 2002 con la casi paridad con el dólar y ¡está ahora un
25% más caro!). No son hoy en día solo los sindicatos (último bastión de
resistencia social porque los partidos han capitulado frente a la finanza
internacional) los que tachan esta estrategia de dramática para el mundo del
trabajo: es el propio Fondo Monetario Internacional quien, en su informe de
principios de 2012, declara que la recesión se va a incrementar con los
actuales objetivos de déficit a nivel europeo.
La cruda realidad es que las medidas propuestas en
Europa no están a la altura; el proyecto europeo, para seguir existiendo,
necesita un giro radical hacia una Europa social y política. En ausencia de
este proyecto solidario, quedará por resolver si, después de habernos quitado a
los ciudadanos la ropa, los mercados nos van a pedir que les demos también
trozos de nuestra piel.
ENTREVISTA
Sarkozy: "Es otra Europa la
que está naciendo"
No se transferirá ni
un solo ámbito nuevo de competencias a alguna autoridad supranacional"
El
presidente francés, en una entrevista concedida a 'Le Monde' en la que analiza
el resultado del pasado Consejo Europeo, admite que la cumbre fue producto
"de un compromiso franco-alemán"
Ante la tormenta en la que está envuelta la
Eurozona, los 17 Estados que la componen decidieron, el viernes 9 de diciembre,
en Bruselas, redactar un tratado intergubernamental, del que Reino Unido está
excluido. En una entrevista para Le
Monde, Nicolas Sarkozy
da su interpretación de este acuerdo y su visión del futuro de Europa.
Pregunta. El jueves 8 de diciembre, en el congreso del
Partido Popular Europeo, dijo usted que el riesgo de explosión de Europa nunca
había sido tan elevado. Tras la cumbre de Bruselas del jueves y del viernes,
¿se ha eliminado este riesgo?
Respuesta. Me gustaría poder decir que se ha eliminado
totalmente. Sin embargo, no lo haré. Hemos hecho todo lo que era posible hacer.
En un mundo perfecto y teórico, deberíamos hacer más, pero la característica
del hombre de Gobierno, del hombre de Estado, es la de adaptarse a las
realidades. Dicho esto, esta cumbre marca una etapa decisiva hacia la
integración europea. A este respecto, crea las condiciones para la reactivación
y para la salida de la crisis.
El euro es el corazón de
Europa. Si explota, Europa no resistirá. La crisis de confianza y de
credibilidad del euro hacía, por tanto, que existiera un riesgo sobre la
perennidad de la Unión Europea.
La verdad es que hemos
tenido que arreglar en plena crisis las insuficiencias del euro en el momento
de su creación. Así, no se había previsto nada en cuanto a la convergencia de
las políticas económicas de los países miembros del euro. Luego, algunos países
fueron recibidos en el seno de la zona cuando no estaban preparados para ello.
La consecuencia de esto es que todo el sistema se debilitó, como con una
píldora envenenada, debido a la interdependencia de las redes bancarias y
financieras. Estos países han tenido que imponer a sus pueblos unos
sufrimientos que no se esperaban.
Si
quiere tener en cuenta que todo se ha desarrollado en el trasfondo de una
crisis de la deuda sin precedentes en la historia mundial, no trataba en
absoluto de dramatizar cuando dije que estábamos al borde del precipicio.
P. ¿El acuerdo de
Bruselas responde a la importancia de la crisis europea?
R. Responde, en primer lugar,
con la creación de un auténtico sistema de gobierno económico. Si las economías
de la zona no convergen, no pueden conservar de forma duradera la misma moneda.
El hecho de que la responsabilidad de la gobernanza corresponda a partir de
ahora a los jefes de Estado y de Gobierno señala un avance democrático
innegable con respecto a la situación anterior, en la que todo se organizaba en
torno al Banco Central
Europeo (BCE), a la Comisión y al Pacto de Estabilidad.
Añado
que, para la Comisión, las cosas estarán más claras a partir de ahora. Se
encarga del cumplimiento de los tratados y de la aplicación de las sanciones.
Ahora bien, aquel que sanciona no puede ser aquel que administra, ya que corre
el riesgo de sancionarse a sí mismo. Desde este punto de vista, es
irremplazable. ¿Quién podría hacerlo en su lugar?
P. El Tribunal de
Justicia Europeo, ¿cómo lo quería la canciller alemana, Angela
Merkel?
R. Merkel convino que el
Tribunal no podía sancionar a diario un déficit excesivo y que no podía
prevenir los errores de las economías y de los presupuestos. No tiene competencias
para ello, pero añado, además tampoco tiene legitimidad para anular un
presupuesto que habría sido votado por un Parlamento soberano. Finalmente, para
resolver los problemas del euro, la disciplina presupuestaria por sí sola es
insuficiente. Siempre he cuestionado la idea de que la gobernanza económica se
limite solo a las reuniones de los ministros de presupuestos. La competitividad
no puede reducirse únicamente a las cuestiones fiscales y financieras.
La
cuestión que se plantea es la de la competitividad de nuestro continente y las
condiciones de un crecimiento que debe ser, necesariamente, más sostenido. Por
tanto, debemos hablar con nuestros socios de la eurozona de los temas cruciales
de la industria, de la política comercial, del mercado de trabajo, de la
investigación...
P. Y, recíprocamente, ¿le
hablarán de la fiscalidad, de la administración pública y de las jubilaciones
en Francia?
R. Por supuesto. La Unión
Europea se basa en unos compromisos recíprocos, construidos en el interés de
cada uno.
P. ¿Es una transferencia de
soberanía?
R. No, porque no delegaremos en
otros nuestra soberanía económica. Se tratará de un ejercicio compartido de la
soberanía por parte de unos Gobiernos democráticamente elegidos. Reforzamos
nuestra soberanía y nuestra independencia ejerciéndola con nuestros amigos,
nuestros aliados y nuestros socios.
Añado
que no se transferirá ni un solo ámbito nuevo de competencias a alguna
autoridad supranacional.
Un
Fondo Monetario Europeo
El
segundo elemento es el reforzamiento de la solidaridad europea con la creación
de un verdadero fondo monetario europeo, el Mecanismo Europeo de Solidaridad
(MES). Es un fondo destinado a acudir en ayuda de los países miembros de la
Eurozona que no tuviesen acceso suficiente al mercado para financiar sus
deudas. Este fondo se creará ya en julio de 2012 y no en julio de 2013.
Adoptará sus decisiones no por unanimidad, sino por mayoría cualificada del
85%. Eso evitará que una pequeña minoría pueda bloquear a los demás si deseasen
seguir adelante.
Este
fondo tendrá un capital de 80.000 millones de euros, lo que representa unos
posibles préstamos de 500.000 millones de euros. En el mes de marzo,
analizaremos si estos medios son suficientes. Y nos hemos comprometido, de aquí
a diez días, a negociar con nuestros socios no europeos un reforzamiento de los
recursos del Fondo Monetario Internacional, lo que aumentará aún más nuestra
fuerza de choque en caso de crisis. La Eurozona está dispuesta a aportar hasta
200.000 millones de euros adicionales. Nunca hemos sido tan ambiciosos en
términos de solidaridad.
Finalmente,
el BCE será el agente operativo del fondo europeo, cuya credibilidad y eficacia
se verán aumentadas de esta manera. No podrá existir desconfianza entre estas
dos instituciones clave para nuestra estabilidad financiera.
P. El BCE va a bajar sus tipos
al 1% a lo largo de tres años para que los bancos recuperen márgenes y compren
deuda del Estado. ¿Es ético, cuando sería más sencillo que el BCE prestase
directamente a los Estados?
R. No comento la actuación del
BCE. Es independiente y debe actuar en el marco de los tratados. Pero el
problema, hoy en día, en numerosos países de la zona, es la restricción del
crédito por temor al riesgo. Eso podría conducir a una depresión económica.
Esta perspectiva sería catastrófica. Me alegro de que el BCE proporcione
liquidez para evitar esta restricción crediticia. Piense en esas miles de
empresas cuya actividad resultaría gravemente dificultada si no tuviesen acceso
al suficiente crédito.
Deseo
que la actuación del BCE, al mismo tiempo que apoya el crecimiento económico,
contribuya también a aplacar los temores infundados sobre las deudas de los
Estados. Confío en el BCE para que, en el futuro, decida la fuerza de su
intervención.
P. Si esto no funciona, ¿se plantea
pedir un gran préstamo a los particulares, como en Bélgica y en Italia?
R. Bélgica ha recaudado de
esta manera 5.500 millones de euros. La deuda francesa es de 1,692 billones de
euros. Cada año, pedimos prestados 180.000 millones. Ve usted que las magnitudes
no tienen nada que ver con lo que se podría obtener de un préstamo nacional.
Le
recuerdo, por otra parte, que ya no podemos dar una ventaja fiscal a las
emisiones de préstamos de Estado, ya que todos los que se concedieron en el
pasado resultaron muy caros para las finanzas públicas. Finalmente, hay que
recordar que, a pesar de la crisis, Francia pide préstamos hoy en día en los
mercados a un tipo históricamente bajo. ¿Por qué tendríamos entonces que
cambiar nuestra estrategia?
Un
esfuerzo de disciplina
El
tercer elemento del acuerdo es un esfuerzo de disciplina, con una mayoría
invertida para las sanciones automáticas. Antes, para que la Comisión
sancionara a un Estado infractor, hacía falta una mayoría cualificada en el
Consejo para aprobarla. A partir de ahora, ya no será el caso.
Por
el contrario, no hemos querido que estas sanciones se apliquen de la misma
forma, es decir, que sean automáticas, en caso de que la deuda se descontrole
un determinado año. Un Estado puede verse obligado a recapitalizar un banco, o
una empresa pública, lo que aumentará su deuda pública. No podemos tenérselo en
cuenta. Así, las mismas causas no podrán producir los mismos efectos. El
laxismo ya no será aceptable en Europa.
P. ¿Cuál va a ser la siguiente
fase?
R. En los próximos 15 días
pondremos a punto el contenido jurídico de nuestro acuerdo. El objetivo es
tener un tratado para el mes de marzo.
Hay
que tener claro que estamos asistiendo al nacimiento de una Europa distinta:
la de la eurozona, donde los lemas serán la convergencia de las economías,
las normas presupuestarias y la fiscalidad; una Europa en la que vamos a
trabajar codo con codo para llevar a cabo reformas que permitan que todos
nuestros países sean más competitivos, pero sin renunciar a nuestro modelo social.
Ese es el precio que hay que pagar por la estabilidad de nuestro continente.
P. ¿No teme los problemas de
ratificación?
R. No, porque el proceso
elegido es más sencillo, aunque cada país mantiene el control del proceso de
ratificación. En cualquier caso, queremos estar preparados en verano de 2012.
Finalmente, lo repito, nadie podrá cuestionar el incremento del papel otorgado
de esta manera a los Gobiernos europeos.
P. Eso son seis meses en los
que los mercados todavía pueden atacar...
R. Si me quiere decir que es
difícil, se lo confirmo: es difícil. Ya no funciona ninguna plantilla de
lectura ideológica. Hace falta mucha sangre fría para no reaccionar
excesivamente y la misma sangre fría para no reaccionar insuficientemente. Soy
consciente del riesgo de que no me comprenda la población que sufre y que ve
como se suceden las cumbres, dando la impresión de que están desconectadas de
su vida cotidiana. Al mismo tiempo, no nos queda elección. Hay que sujetar el
timón lo más fuerte posible y salir de la espiral de las crisis.
El
eje franco-alemán
P. ¿Qué les responde usted a
aquellos que afirman que las decisiones para frenar la crisis del euro las
impone Angela Merkel?
R. A los que se quejan y me
reprochan la existencia de un un eje
franco-alemán les pregunto qué estrategia alternativa proponen
ellos. ¿Quedarnos solos? ¿Quién puede pensar que Francia habría sabido defender
mejor sus ideas sola? A menos que me propongan una alianza distinta… Pero,
¿cuál?
Es
verdad que la cumbre de Bruselas ha sido fruto de un compromiso franco-alemán y
que desde que comenzó esta crisis, ambos países nos hemos acercado.
Quién
habría pensado hace dos años que nuestros socios iban a adscribirse a la idea
de un gobierno económico organizado en torno a los jefes de Estado y de
Gobierno o que iban a suscribir la creación de un fondo monetario europeo en la
figura del MEDE? ¡Pues todas esas ideas han venido de Francia! La canciller,
que es una persona por la que siento mucho aprecio, ha actuado con pragmatismo
e inteligencia.
En
cuanto al término “capitulación”, que he oído en boca de ciertas personas, y a
todo este lenguaje de guerra que está cargado del nacionalismo de antaño, permítanme
decirle lo que opino: me considero francés hasta la médula, pero mi amor por
Francia nunca me ha llevado a acusar a nuestros vecinos, a nuestros aliados,
nuestros amigos. Y aquellos que intenten avivar la germanofobia se están
desacreditando.
P. ¿Un triángulo con los
británicos?
R. Reino Unido no está en el
euro. El tríptico Berlín-Londres-París habría tenido sentido si hubiésemos
tenido una crisis de la Unión Europea, pero no es el caso. Es una crisis del
euro.
P. ¿La importancia del
entendimiento con Alemania significa que no podemos hacer nada sin Londres?
R. No. Hemos intervenido en
Libia con Reino Unido, y el primer ministro, David Cameron, ha sido valiente.
Con Londres, compartimos el apego por una energía nuclear y una cooperación
importante en el ámbito de defensa, que es esencial.
P. Ha tardado en apreciar el
modelo alemán...
R. Si quiere decir que la
presidencia y el hecho de enfrentarse a los obstáculos cambian a un hombre, es
verdad. Si quiere que diga que, después de cuatro años y medio en el Elíseo, he
aprendido y he evolucionado en mi pensamiento, también es verdad.
Entre
Francia y Alemania, primero está la historia. 70 años de enfrentamientos
seguidos por 70 años de paz. ¿Cuál debe ser el siguiente ciclo? No podemos
divergir con Alemania ya que la divergencia conduce al enfrentamiento. Por
tanto, debemos entendernos y buscar compromisos permanentes.
Es
fundamental, a continuación, que las dos primeras economías de Europa converjan
para crear una zona de estabilidad. Lo que no debe hacernos olvidar los puntos
fuertes de Francia: una demografía que hace que seremos igual de numerosos que
los alemanes dentro de 30 años, una energía menos cara gracias al sector
nuclear y un sistema institucional que permite gobernar el país, especialmente
en caso de crisis.
P. En un discurso sobre el
arrepentimiento, en 2006, dijo usted que Francia, por su parte, no había
cometido un genocidio...
R. Los alemanes han asumido su
historia con valentía y lucidez. No tenemos nada que reprocharles.
La
nueva Europa
P. En Bruselas, la semana
pasada, pusieron a los ingleses fuera de Europa...
R. No vi las cosas así. La
canciller y yo hicimos todo lo posible para que los ingleses suscribieran el
acuerdo. Pero, de ahora en adelante, hay claramente dos Europas. Una que
quiere más solidaridad entre sus miembros y más regulación. Y otra que se
aferra solo a la lógica del mercado único.
P.¿Cómo han acabado solos?
R. La afirmación repetida de
su oposición a cualquier perspectiva de entrar en el euro tiene que tener
consecuencias. Añado que las peticiones sobre los servicios financieros no eran
aceptables. La crisis vino de la desregulación del sector financiero. Nunca
podríamos aceptar una vuelta atrás. Europa tiene que ir hacia una mayor
regulación.
P. ¿Es lícito, de ahora en
adelante, que Reino Unido permanezca en el mercado único?
R.¡Necesitamos a Gran Bretaña!
Asistir a su marcha sería un empobrecimiento que, afortunadamente, no está al
orden del día.
P. En esta Europa de los 27,
ahora más confederal, ¿no resulta lógica la entrada de Turquía?
R. Sabe usted, mis reservas no
han cambiado. Si, en la crisis que atravesamos hubiésemos eliminado esas
reservas, no creo que eso hubiese facilitado la labor de Europa. La Unión
Europea, es primero para el continente europeo. Que yo sepa, nuestros amigos
turcos, gran potencia y gran nación, se encuentran básicamente en Asia Menor.
Acabamos
de recibir a Croacia. La apertura a Serbia es una posibilidad. Reunamos primero
a la familia europea antes de plantear cuestiones extraeuropeas. Deseo mantener
las mejores relaciones con Turquía, es obvio. En mi opinión, tiene que
desempeñar un gran papel en el mundo, una función de nexo entre Oriente y
Occidente. ¿Le interesa dejar este papel de puente entre las dos orillas para
unirse a una? Pienso que se debilitaría.
Los
compromisos franceses
P. ¿Está dispuesto el
presidente francés a aceptar las normas europeas cuando, en 2007, fue usted a
Luxemburgo a pedir un aplazamiento del regreso al equilibrio de Francia y de
que, recientemente, el primer ministro, François Fillon, haya protestado contra
las previsiones de crecimiento de la Comisión?
R. No hablamos de la misma
época o del mismo mundo, aunque sea el mismo presidente. Estamos más preparados
para este esfuerzo porque ya lo iniciamos en 2007. La implantación de la no
sustitución de un funcionario que se jubila de cada dos, que nos valió tantas
críticas, data de 2007. La reforma del mapa judicial, data de 2008. La reforma
del mapa militar, de 2009. En cuanto a la reforma de las jubilaciones, si no la
hubiésemos hecho, estaríamos en la situación poco envidiable de algunos de
nuestros socios.
P. ¿Qué le parece el riesgo de
rebaja de la calificación de Francia por parte de las agencias financieras?
R. Una de las tres agencias de
calificación ha puesto en perspectiva negativa a Francia, así como a toda la
eurozona. ¿Por qué? Porque la eurozona sufre un problema de gobernanza: es un
problema del que nos ocupamos y que no es específico de Francia. La segunda
preocupación: el riesgo sobre los bancos franceses. Buena noticia: la Autoridad Bancaria Europea calcula que los
bancos franceses necesitan una recapitalización de 7.700 millones de euros,
frente a los 13.000 millones de Alemania. Por tanto, ni un solo céntimo del presupuesto
del Estado se destinará a la recapitalización de los bancos.
Tercer
elemento, las perspectivas del crecimiento francés. El Gobierno ha fijado una
previsión del 1% para 2012. Pero al mismo tiempo, se ha establecido un bloqueo
de créditos de 6.000 millones de euros para poder hacer frente a un caso de
crecimiento limitado del 0,5%. Último punto puesto de manifiesto por la
agencia, el nivel elevado de nuestro gasto. Pero todo el mundo reconoce que
hemos dado muestras de reacción en la materia en el pasado.
El
gran riesgo es, por tanto, el del contagio de la crisis europea. Por eso
luchamos para controlarlo.
P. ¿Nos amenazan diez años de
esfuerzo o de crecimiento muy lento, a la japonesa?
R. Es un riesgo que me ha
llevado a no elegir una política basada en el rigor. El rigor, es bajar los
sueldos y las pensiones de jubilación. Me niego y me negaré a hacerlo. Si
fuésemos en esa dirección, eso sumiría a Francia en la recesión y en la
deflación. Si reduces tus deudas al mismo tiempo que disminuyes tus gastos, no
resuelves tus problemas de déficits. Es la razón por la cual dedicamos, en
2009, 35.000 millones de euros en favor de inversiones de futuro. Es lo opuesto
a una política de rigor y de austeridad. Es necesario que reduzcamos nuestro
déficit y nuestro endeudamiento, liberar el trabajo y recuperar competitividad.
P. Pero las agencias no nos
hacen justicia...
R. Por ahora, han mantenido la
triple A. Si nos la quitasen, nos enfrentaríamos a esta situación con calma y
sangre fría. Será una dificultad más, pero no es insuperable. Lo que cuenta,
ante todo, es la credibilidad de nuestra política económica y nuestra
estrategia decidida de disminución de nuestro gasto. Cumpliremos
escrupulosamente los compromisos que hemos adoptado.
P. ¿Qué medida central hay que
tomar para convencer a los inversores?
R. Si no hubiésemos hecho la
reforma de las jubilaciones, es lo que habría que hacer. Por lo demás, no hay
medidas clave o milagrosas porque lo que cuenta, de la misma manera que la
reducción del gasto, es aumentar el crecimiento. Eso pasa por la autonomía de
las universidades, el desarrollo del Crédito Impuesto Investigación, las
inversiones de futuro, la eliminación de la tasa profesional. Todo lo que
Francia ha empezado a hacer.
P. ¿La regla de oro?
R. La regla de oro es una
medida importante. Es una regla de sentido común: los presupuestos deben
realizarse a lo largo de varios años con el fin de ir hacia el equilibrio.
¿Quién puede, de buena fe, cuestionar este objetivo? Me hubiese gustado que
todas las formaciones políticas francesas se inspirasen de lo que han hecho los
españoles y los alemanes al aprobar mediante consenso esta norma, sin que nadie
perdiese su identidad.
P. Pero el gasto público sigue
teniendo un peso superior en Francia con respecto a Alemania...
R. Sí, es verdad, porque
Alemania tuvo la valentía de iniciar la reforma de su gasto público diez años
antes que Francia. Es normal que obtenga los frutos de ella antes que nosotros.
No subestimemos por ello la importancia de las reformas implantadas en Francia.
Así, la reducción de 150.000 funcionarios va a aligerar considerablemente, en
el futuro, el peso del gasto público. Ocurrirá lo mismo con la reforma del
régimen de las jubilaciones, con la que la Seguridad Social obtendrá 22.000
millones de euros en 2017.
P. ¿Cómo analiza la duda
creciente de los franceses hacia el euro?
R. Los franceses asocian el
euro a sus dificultades, pero al mismo tiempo, entienden los riesgos que
acarrearía la salida del mismo y el aislamiento. Me descubro ante su lucidez. Los
franceses no cuestionan Europa, sino la forma en la que se llevan a cabo
algunas políticas europeas. A este respecto, la política comercial es el
mismísimo ejemplo de lo que conviene cambiar. Aumentamos las cargas y las
limitaciones sobre nuestros productores, y dejamos que entren en nuestro
mercado productos fabricados en países que no cumplen ninguna de estas
limitaciones. Esto no puede durar. La reciprocidad debe convertirse en la
norma. La competencia solo puede ser leal: si es desleal, habrá que sacar
conclusiones sobre la apertura de nuestros mercados.
P. ¿Las próximas elecciones
impiden una unión nacional que sería útil?
R. Existe un calendario
democrático. No vamos a suspender las elecciones porque haya una crisis.
P. ¿Diría usted que el
comportamiento de los socialistas franceses perjudica a Francia?
R. No me corresponde juzgar a
la oposición. Tengo tanto por hacer en otras áreas... Los franceses serán los
únicos jueces.
P. François Hollande le acusa
de correr detrás de la crisis...
R. Antes de realizar un
comentario tan definitivo, invito a todo el mundo a reflexionar sobre esta
crisis, sobre su importancia y sobre su gravedad.
Declaraciones recogidas por Erik Izraelewicz, Patrick Jarreau y Arnaud
Leparmentier
Traducción de News Clips
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