Forua, 03.04.2008.
Salud, amigo Felipe.
Estaría de acuerdo totalmente con tu critica a los prejuicios de muchos vascos para con la cultura andaluza y, en concreto, para con el Flamenco... si fuese únicamente dirigida a aquellos de entre nosotros, que les hay, ciegos y sordos de ideología, que proscriben las culturas ajenas como si fuesen religiones paganas por parte de un creyente en un dios único y verdadero. Pero, me parece percibir en tus comentarios, un algo más... Por ello, solo te diré, que, yo soy, como sabes, un vasco, cosmopolita y universalista, e internacionalista, que prefiere la separación política, organizativa, de Vasconia, de España y Francia, y su constitución como nación política de pleno derecho, integrada de forma confederal en Europa, y bien avenida fraternalmente con España y Francia, incluso con lazos excepcionalmente solidarios y de coparticipación, establecidos de mutuo cuerdo y en mutuo respeto; sin fronteras, sin odios, en libertad y con derecho y democracia en vigor pleno...
Nadie, creo, esta obligado a conocer todo; cualquiera puede tener prejuicios sobre otras culturas que no le son propias y desconoce... Lo peor no es la ignorancia, sino el cerrarse en credos irracionales y en la incultura, y el desprecio hacia lo que se desconoce; el pensar o creer que lo ajeno no tiene validez alguna, y rechazarlo sin conocerlo; sea lo tal ajeno un vino, una receta de cocina o una expresión musical del alma de un pueblo, como en tu caso se refiere...
Y, por otro lado, Felipe, no vendría nada mal, nada, nada, mal (y no es tu caso, según entiendo de ti) que aquellos vascos y españoles, que yo y otros miles hemos visto actuar en público sin recato de su evidente desprecio por lo ‘nuestro’, en éste caso ‘lo vasco’, que aman tanto y tanto se pirran por el flamenco, tuviesen algo de respeto y calor por las cosas culturales de su propio país y de su propio pueblo, ¡en el que viven!, en el caso de los vascos, o por el país vecino y diferente, en el caso de los españoles, que tanto nos desconocen, o no, y tanto nos odian, o no... Por el vasco y su idioma, me refiero en éste asunto, que tu conoces mejor que yo.
Tengo para mí clavada en la memoria, la escena de una conversación con un intelectual cerradamente españolista, que ahora milita, enfervorecido, en uno de esos grupos vascos de victimas de ETA y defensa de la derecha españolista más cerrada, y que fue dirigente influyente ‘comunista’, mientras creyó que el PCE le llevaría a la gloria del reconocimiento social y del poder personal, o quizá, horradamente, lo fuese (comunista), porque no?... Total, que, el tal, me decía un día (uno más, entre sus numerosas alusiones y dichos): ... “los ‘jebos’ que con la boina a rosca en su cabeza...” mientras me hablaba, a mí, un día que era invierno, y llevaba boina, el, que lleva habitualmente una gorra dicha ‘madrileña’... Asombrado, le llame la atención: ¿Te parece, fulano, tan importante y tan distinto, cubrirse la cabeza con boina o con gorra? ¿será mas universal y cosmopolita la segunda que la primera? aun así, en ese caso, tal cosa ¿justificará tu comentario despectivo y cargado de prejuicios contra ‘lo vasco’, aldeano, inculto, 'jebo'...? Aún espero su interesante respuesta (antropología de por medio)...
Termino:
Tuve la suerte de tener un tío, Diego, andaluz, casado con una hermana de mí madre, Benita, ambos muy entrañables para mí, y mí familia; respetaba y quería a mis padres, a mí padre le adoraba, le ayudó con lo que tenia, mí viejo, era así, y mí tío respondió siempre con lo suyo y su solidaridad con mí familia, y conmigo, cuando tuvimos necesidad de ella... Fue como un padre, o un hermano mayor; le quise y le respete y escuche, mientras vivió; me enseño a conocer y amar su propia cultura, la andaluza, desde el respeto a la nuestra; y le hice un poema, que me permito enviarte (ver en este BLOG: “POEMAS – A MI TIO DIEGO. IN MEMORIAM”).
Un abrazo fraternal, Felipe.
Mikel
El 03/04/08, Felipe escribió:
UNA CONFERENCIA CON DUENDE
(El flamenco también puede triunfar en Bilbao)
Sabía de la existencia de un ciclo de conferencias sobre flamenco en la sala que la BBK tiene en Elcano, 20 y esta mañana la agenda cultural de un diario me ha recordado que hoy iba a tener lugar una de las más interesantes. El poeta y Premio Nacional de Literatura Félix Grande (Mérida 1937) presentaba su conferencia sobre García Lorca y el “cante jondo”, eso sí, acompañado de Antonio Carrión, uno de los mejores guitarristas del momento y del “cantaor” Paco del Pozo, de poco más de 30 años y que hace ya más de 10 recibió el premio del Festival de la Canción Minera de la Unión.
La sala, a pesar de haber sido habilitada con numerosas sillas, antes de la hora del comienzo ya estaba abarrotada de público, algunos de pie. La expectación era evidente y yo tenía que conformarme con una silla en las últimas filas; gracias a la vieja amistad con los responsables de la sala, surgida cuando actuábamos allí con nuestras marionetas, estos me han ofrecido una silla de las reservadas en primera fila para las “autoridades” y así he podido seguir todos los detalles de la conferencia con una plenitud y una cercanía que me han transportado a un mundo irreal y sublime.
El público asistente, entregado desde el principio, ha disfrutado con la impresionante puesta en escena, con el verbo y el dominio de la palabra y el énfasis del poeta que, con gran maestría, ha presentado la visión que García Lorca tenía del flamenco, así como con el ritmo de las intervenciones tanto del cantaor como del guitarrista, actuaciones que más que aplaudidas han sido aclamadas.
Sé que esto del flamenco entre nosotros suena raro, distante, también sé que, aunque Lorca y Falla lo dignificaron a partir del I Concurso de Cante Jondo que organizaron en Granada, los largos años del franquismo hicieron que muchos hayan pensado que el flamenco y la copla son de derechas. Nada más lejos de la realidad, ambos salen del alma del pueblo. Como ha dicho el conferenciante recurriendo a los antropólogos, la danza es una forma de comunicarse con los antepasados que están bajo tierra, y el cante, la música, son la mejor forma de sublimar los deseos, las aspiraciones, las frustraciones y los logros de los seres humanos. Desde este punto de vista el flamenco es uno de los estilos musicales más auténticos de cuantos la humanidad ha creado.
Sé que a muchos de los que lean este artículo no les estaré convenciendo; a ellos tengo que recordarles las palabras de un español bailaor de flamenco y propietario del Ciro’s Club de Nueva Orleans que, al ver el escepticismo de aquellos vascos ante el flamenco, no se lo podía creer, así que nos dio el siguiente consejo: “un día sentaos ante un tocadiscos, sin prejuicios, y, tranquilamente, oídlo, ya veréis cómo os gusta”.
A la prevención frente a este género hay que sumar el menosprecio e incluso la beligerancia que, desde ese patriotismo excluyente que se autodenomina de izquierdas, se practica entre nosotros. No puedo olvidar cómo al impartir un curso en la tristemente desaparecida Escuela de Teatro de Basauri y hablar de la conferencia teatralizada “Como canta una ciudad” de García Lorca e interpretada por Juan Echanobe, una chica me dijo que ella no había ido a verla al teatro de Amorebieta porque le habían dicho que no había que ir a ver ese espectáculo. ¡Qué pobreza moral y cultural la de esos censores de lo español! ¡Qué forma más impresentable de mutilar la formación de nuestros jóvenes!
Cuando miraba el improvisado tablado flamenco y recibía la magia, el sortilegio de la guitarra y el canto, desgarrado a veces, melódico en otras e, incluso, dulcemente irónico en ocasiones, sentía como si el mundo se hubiera parado y Bilbao se hubiera transformado. A pesar de estar en este Bilbao, trasmutado por la cortedad de miras de los que quieren que rechacemos todo aquello que venga de Miranda para abajo, el público ha disfrutado como en los mejores tiempos, como cuando en aquel teatro independiente antifranquista se producía una intensa y profunda comunión entre los actores, oficiantes de un ritual, y el público.
Entre el público asistente he reconocido a varios de la Sociedad El Sitio, por ejemplo a Ramón Talasac, Secretario de esa asociación representativa del Bilbao más liberal. Sin embargo hay que reconocer que el flamenco, la sensibilidad y la buena educación no es algo privativo de la izquierda. Ahí está la figura del insigne músico Manuel de Falla, amigo y maestro del poeta granadino, que cuando acudió a los calabozos a exigir la liberación del poeta, fue vejado y su esfuerzo resultó vano. Cuando la cruel contienda terminó Don Manuel salió de España, hastiado por el enfrentamiento cainita y prometiendo no volver vivo.
Así sucedió; años después murió en la Argentina tal como había vivido, con el alma limpia, ligero de equipaje y en una pequeña habitación donde se había dedicado a la creación musical. Según Félix Grande, entre las escasas pertenencias que se encontraron tras su muerte estaba un sencillo vinilo con la canción ganadora de aquel mítico Concurso de Cante Jondo de 1922.
En uno de mis primeros viajes como marino mercante atraqué en Cádiz y, además de comprar en una librería el “Marinero en tierra” de Alberti, tuve la oportunidad de visitar la catedral en cuya cripta ya reposaban los restos de aquel músico creyente, austero y amigo de Lorca que no pudo soportar el salvajismo de la derecha golpista.
Hoy me he ratificado en una vieja convicción: Por el mundo hemos de ir abiertos a todas las sensibilidades, a toda la belleza.
Felipe. Sestao, 1 de abril de 2008
Me ha impresionado esta entrada, no sólo por lo interesante del texto, sino por su belleza.
ResponderEliminarEs tanta que me veo confesando mi espanto por el flamenco.
No lo soporto, me irrita, me molesta, me aburre soberanamente, y eso que llaman duende y son quejíos y ayes me saca literalmente de quicio. Lo aborrezco.
He de añadir que tampoco me gusta el jazz fusión, ni los boleros, ni el tango y detesto la gaita y el txistu, salvo que se toquen al aire libre.
Quedo pues, definitivamente colocada en el estante de los elementos impresentables...
Añado.
Manuel de Falla era un meapilas enternecedor, que compuso una música bellísima (que he tenido el gusto de cantar con piano y con orquesta) que le salía por los poros sin querer.
Vivió en Francia componiendo ora para esta marquesa ora para aquella dama, fustigándose supongo por tanto atrevimiento mientras merendaba en sus casas chocolatitos.
Un gran gesto de valentía que intercediera ante el Gobierno Militar por el amigo. Asombra.
A mi me recuerda mucho, en pedomistico, a Gaudí.
Son similares...
Tuvo que ser la coña lo del Gaudí, tanta fe tanto clero, tanto catolicismo, tanta creación para ensalzar a sandios...y va un día y justo delante de la Sagrada Familia le pilla un tranvía y se lo pela.
Toma!, toma opinión divina!...menuda mala leche que se gasta sandios cuando no le gustan las ofrendas.
A ver cuando le echa un ojo a Calatrava...
Beso.