¿Es necesario tener estudios universitarios finalizados para ser Ministro, Presidente o Lehendakari?
DEJÉ LOS ESTUDIOS POR LA POLÍTICA
Aitor Zulueta, Geólogo y Analista Político de Taberna.
La política nacional nos ha deparado últimamente uno de esos capítulos interesantes que rompen con las fases de monotonía: Una reestructuración del Gobierno.
Suelen ser episodios de gran interés donde los Gobiernos, con no poca imaginación e ingenio, nos suelen preparar una serie de justificaciones propias de los mismísimos hermanos Grimm para disfrazar ceses de Ministros y Ministras que no pocas veces serán fulminantes o amargos.
Todos éramos conscientes de que el sabio y en otros tiempos insustituible ministro Solbes se arrastraba en sus últimas comparecencias con un aire entre narcotizado y cansino, muy alejado del óptimo para un Ministro de Economía en tiempos de “La crisis financiera y económica de desconocidas e imprevisibles consecuencias de inicios del siglo XXI”.
Otros ceses nos parecían menos previsibles, aunque en este caso me interesan más las nuevas incorporaciones. Nos han nombrado como Ministro de Fomento al Señor José Blanco, alias Pepiño. La biografía del nuevo Ministro nos dice que dejó los estudios para dedicarse a la política, coincidencia biográfica con el candidato a Lehendakari o Presidente, según las versiones, Patxi López.
Conozco, como la mayoría de los mortales, gente que dejó los estudios en la Universidad para dedicarse a variados oficios, todos ellos nobles, desde la floristería o la tornillería de la familia, la hostelería, la venta de enciclopedias o la ordenación del tráfico como Policías Municipales. Incluso alguno ha montado su propio negocio con gran éxito y generando empleo y riqueza que son importantes valores en estos tiempos. Todos ellos dejaron la Universidad con hondo pesar y sin duda les hubiera gustado dejarla Licenciados o Diplomados cuatro o cinco años más tarde. También conozco quienes han dejado la Universidad de manera temprana por causas de fuerza mayor, muchas veces familiares y a menudo traumáticas, algunos siendo buenos alumnos y alumnas, aunque no es el caso que nos ocupa. Pero hay que reconocer que dejar la Facultad con 18 o 19 años para dedicarse a la política es de un exotismo superior al comportamiento de los mercados según Mister Alan Greenspan, a no ser que se trate de un eufemismo superior al cese del Ministro Bermejo “por el interés general”.
También y en mi calidad de ex Profesor universitario, he conocido casos de alumnos y alumnas que dejaron los estudios el primer día de su primer curso en la universidad, poco después de acceder a la facultad por primera vez, y se dedicaron el resto del tiempo, hasta que el sistema educativo o sus familias les cerraron las puertas, a zanganear, contar chistes, leer la prensa u otras notables actividades. Ahí queda como gran excusa para las familias la archiconocida leyenda urbana del mal Profesor que jura no aprobarte nunca mientras que él ejerza.
Recuerdo algunos colegas de carrera de Pepiño y Patxi, es decir dejadores de estudios universitarios, y recuerdo en ellos algunas facultades sobresalientes que sonarán sin duda a todos los universitarios: Eran magníficos jugadores de mus, conocedores profundos de las actividades extrauniversitarias, amigos íntimos de los camareros del bar de la Facultad, grandes trapicheros de apuntes inútiles y desfasados, excelsos y profundos conocedores de cualquier tema ajeno a las materias universitarias.
Solo hay una laguna en sus curriculums: Nadie les ha visto jamás en un examen. En realidad, tampoco es que sea muy importante, ¿Alguien sabe para que sirven los exámenes?.
El flamante Ministro Blanco dejó los estudios para dedicarse a la política. Era un visionario rodeado de incompetentes que decidimos terminar los estudios para dedicarnos a la política, el comercio, la medicina, la industria, la ingeniería, la enseñanza, la investigación científica o la cría de berberechos. Algunos, sobre todo algunas, incluso decidieron terminar sus carreras con gran esfuerzo y dedicación personal para orientar su vida al más maravilloso de los cometidos humanos: La educación de sus hijos.
Pero, ¿Es necesario tener estudios universitarios finalizados para ser Ministro, Presidente o Lehendakari?. En absoluto, pongamos el ejemplo de John Major, Ministro de Exteriores en los gobiernos de Margareth Thatcher y Primer Ministro del Reino Unido, criado en el circo donde su padre era trapecista, que dejo la escuela con 16 años y que incluso no fue admitido como conductor de autobuses urbanos de Londres por suspender un examen básico sobre aritmética y ortografía, y que antes de dedicarse a la política se dedico a la fabricación de gnomos.
En estos casos se suele escuchar a menudo una frase temible: Es un gran gestor. Cuando oímos esas palabras, algunos echamos a temblar. ¿Cuál es la experiencia de gestión de Blanco?. Hombre, yo le veo como un consumado experto del ping-pong verbal. Si, esa difícil lucha verbal que todos recordamos de la infancia y vemos reflejada en nuestros hijos y que se proyecta en una dura confrontación de quien tiene el tío con un perro más grande, el primo con más motos, el hermano más alto o la madre que hace la mejor tortilla de patatas. El Ministro Blanco siempre tiene en sus disputas con la oposición el perro más grande, la moto más rápida, el coche más bonito o la hermana más guapa. ¿Será esto determinante para que tengamos el tren de alta velocidad más rápido, las mejores carreteras, los puertos más bonitos o las infraestructuras hidráulicas que lleven más agua y mejor repartida?. Que por Señor Ministro no quede, por algo el siempre tiene “uno más”.
Sin duda alguna, la política es un arte que trasciende de los estudios universitarios. Leía yo La Vanguardia de una manera poco interesada el pasado 28 de marzo cuando dí con dos frases magníficas, citadas por un político profesional: "Los gobiernos que nacen en contra de las urnas mueren en las urnas", y la no menos interesante "Las coaliciones de los partidos perdedores contra el ganador dividen a la sociedad y generan inestabilidad".
Preguntados sobre el autor de las frases, algunos amigos me decían que Ibarretxe, otros que mi paisano Josu Erkoreka, alguno pensaba que la dureza de las frases era más propia de Anasagasti o incluso Arzalluz.
Todos ellos, me refiero a mis amigos, tienen unos excelentes futuros profesionales, pero no como pitonisas, ya que las frases eran ni más ni menos que de Alberto Nuñez Feijoo, ya Presidente de la Xunta de Galicia, que no debió consultar con Antonio Basagoiti sus declaraciones ni los resultados de las últimas elecciones al Parlamento de Gasteiz. Aunque para incoherente el propio Basagoiti, que ha prometido estudiar Euskera “a tope” para compensar sus 40 años anteriores en los que prefería despedirse con un “ciao” o comer sopa castellana antes que berakatzsopa y despedirse con un agur, un aio o un geroarte.
En fin, que yo sigo repleto de dudas existenciales: ¿Conseguirá el superministro Blanco ser más Ministro que nadie?, ¿Hay que ser Doctor en Ciencias Políticas, fabricante de gnomos o aficionado a la montaña para ser Lehendakari?, ¿Tendrá alguna txapela Patxi Lopez, aunque sean las de los campeonatos de mus de su fugaz paso por la Facultad?, ¿Ganará Nuñez Feijoo el premio a la incoherencia política 2009, o pronto le superará Basagoiti?. El interesante curso político que nos espera nos lo dirá.
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From: mikel orrantia diez
Sent: Saturday, April 18, 2009 8:36 PM
Subject: FW: REFLEXIONES POLITICAS
Salud, Aitor.
Esplendido e irónico articulo que me ha encantado leerte.
Lo que planteas es una vieja pregunta sobre la preparación básica necesaria del gobernante o del que aspira a serlo. Pertenezco a una generación que nos seguimos dejando las cejas para poder aprender / comprender mejor los fenómenos humanos y hasta naturales (y menos naturales) que caracterizan nuestro paso por el planeta y ya por las estrellas...
Algunos de los politicos hoy al uso, vienen del barrizal o río revuelto de la Transición (sus postrimerías), donde, tras una juventud despilfarrada pero 'próxima al mando', acabaron sumandose al carro de la política (del poder, mejor: ¿no?) para hacer fortuna personal, como ‘por herencia’ de lo que hicieron sus padres. Sus progenitores, al menos, con mas ardor, deseo, riesgo, y esfuerzo pasionales, corporal y mental, que ellos; algo que vivo malamente, con disgusto... ¡Que pena de izquierda inexistente! ...mas parece un 'auxilio social' populista que una izquierda cabal...
Se que en una ocasión he sido tentado y casi me meto en ello: me libre, por suerte, cuando vi y viví lo que allí dentro había... Algo parecido a lo que años antes me había pasado con la llamada izquierda nacionalista abertzale, o con la CNT (experiencia vivida desde otro ángulo (mas mesocrático y populista)...
¿En que se distingue la opción de la, aun, llamada 'izquierda' de eso otro que denominan 'centro', 'centro izquierda' y 'centro derecha'...? Todas estas opciones o lugares 'políticos' son puro pragmatismo, puro oportunismo...
Aquí me paro por hoy, disculpa la diatriba.
Te felicito por tu articulo. Sigue bien. Un abrazo, Aitor.
Mikel Orrantia
Hola Mikel:
Gracias por tu opinión. Por supuesto que lo puedes editar en tu BLOG. La versión que te envié contenía un par de errores propios de los correctores de edición de textos. Te envío el texto ya pulido.
Saludos
Aitor
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