sábado, 14 de mayo de 2011

especulación global y crisis alimentaria con origen en la Bolsa 'Wall Street' deNY


Salud. 
Miles personas, miles de niños, mueren literalmente de hambre al día en nuestro mundo global que navega entre crisis y bonanzas y en el cual unos pocos poderosos dominan el arte y la posibilidad de enriquecerse aún más especulando con el hambre y la necesidad, y la salud de las personas y los ecosistemas, mientras se les llenan los labios de palabras que ensucian al pronunciar: democracia, derecho, libertad, bienestar... Vacías de contenido unicamente significan algo para el pequeño grupos que controla las transnacionales y las finanzas mundiales... quieren decir con ellas: Democracia para nosotros, despotismo y demagogia y miedo para la mayoría de los que podemos votar (dominan los medios de comunicación, la producción de ideas, la politica, la cultura... desde la economia); Derecho: de defensa de lo suyo, de propiedad y de mercado, de usufructo, de permanencia de todo como esta... Libertad para detentar el poder y usarlo a su beneficio, para especular, mercadear, ...). Bienestar: dependiente de sus dádivas y poder, para una minoría que formamos parte de su servicio y para dar estabilidad y aspiraciones, metas para ambiciones a millones de seres humanos que nunca llegarán a alcanzarlo...
Esto tiene que cambiar... Debemos cambiarlo... Dar a esos conceptos a esas palabras un significado práctico que se corresponda con la ambición de dignidad y buen vivir humanos que desearíamos para todos los habitantes de GAIA - Tierra. Acabar con los especuladores y la especulación financiera debe ser un primer paso exigle ya a nuestras democracias.
Mikel -Tar


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Constantemente los fondos indexados de materias primas siguen prosperando, los banqueros se embolsas las ganancias y los pobres del mundo se tambalean al borde del hambre.
Como creó Goldman Sachs la crisis alimentaria

Publicado en Nodo50. Contrainformación en la Red
http://info.nodo50.org  -  extractado (.../...)

¿Que ha estado sucediendo en los mercados de granos que no fuera el resultado “de la especulación” en el sentido tradicional de comprar barato y vender caro? Hoy el índice acumulativo Standard & Poors GSCI proporciona 219 índices distintos en las "teleimpresoras" y los inversionistas pueden arrancar sus “terminales Bloomberg” y apostar por cualquier materia prima, desde el paladio al aceite de soja, de los biocarburantes al pienso para ganado. Pero el auge de nuevas oportunidades especulativas en los granos a nivel global, en el aceite alimentario y en los mercados de ganadería ha creado un círculo vicioso. Cuanto más aumenta el precio de las materias primas de alimentos, más dinero se invierte en ese sector y los ya elevados precios siguen subiendo. De hecho, desde 2003 hasta 2008, el volumen de especulación de “index funds” (7) aumentó el 1.900%. “Lo que experimentamos fue un choque de demanda originado en una nueva categoría de participantes en los mercados de futuros de materias primas”, declaró ante el Congreso Michael Masters, miembro de un Fondo de Cobertura, en medio de la crisis alimentaria de 2008.

El resultado de la incursión de Wall Street en los granos, en los alimentos y en la ganadería ha sido un shock para la producción global de alimentos y el sistema de distribución. No sólo hace que la provisión mundial de alimentos tenga que luchar contra un suministro restringido y un incremento de la demanda de granos de verdad, sino que además los bancos de inversión han planteado un alza artificial de los precios de los granos a futuro. El resultado: El trigo “virtual” domina el precio del trigo “real” ya que los especuladores (usualmente un quinto del mercado) ahora superan en cuatro a uno a los hedgers auténticos.

En la actualidad los banqueros y los corredores de bolsa se sientan en la parte superior de la cadena alimentaria –son los carnívoros del sistema que devoran a todo el mundo y a todo lo que esté debajo de ellos-. Cerca de la parte inferior, el agricultor trabaja duro. Para él la subida del precio del grano debería haber sido un golpe de suerte, pero la especulación también ha creado alzas en todo lo que el agricultor tiene que comprar para hacer crecer su grano -desde las semillas hasta los fertilizantes y el combustible diesel-. Y, en el fondo de todo, se encuentra el consumidor.

El estadounidense promedio, que gasta aproximadamente del 8 al 12% de su salario semanal en alimentos no siente inmediatamente la crisis del aumento de los precios. Pero para los casi 2.000 millones de personas en todo el mundo que gastan más del 50 por ciento de sus ingresos en alimentos, los efectos han sido abrumadores: 250 millones de personas se unieron a las filas de los hambrientos en 2008, con lo que el total mundial de víctimas de la inseguridad alimentaria ha llegado a un máximo mil millones, un número nunca visto.

¿Cuál es la solución? La última vez que visité la Bolsa de Granos de Minneapolis, pregunté a un puñado de corredores de trigo qué sucedería si el gobierno de EE.UU. simplemente prohibiera a los bancos de inversión las posiciones “únicamente largas” en los productos alimenticios. Su reacción fue reírse. Unas llamadas telefónicas a unos aseguradores de riesgos auténticos como Cargill y Archer Daniels Midland y, después de un intercambio secreto de activos, la participación de un banco en el mercado de futuros es indistinguible de la de un comprador internacional del trigo. ¿Qué pasa si el gobierno prohíbe todos los productos derivados con posición únicamente largas?, les pregunté. Una vez más, risas. El problema se resuelve con otra llamada telefónica, esta vez a una oficina comercial en Londres o en Hong Kong, ya que los nuevos mercados de derivados de alimentos han alcanzado proporciones supranacionales, más allá del alcance de la ley soberana.

La volatilidad de los mercados de alimentos también ha desperdiciado la que podría haber sido una gran oportunidad de cooperación global. Cuanto más alto fuera el precio del maíz, de la soja, del arroz y del trigo, mayor debería ser la cooperación de las naciones que producen granos en el mundo para asegurar que las naciones asustadas (y generalmente más pobres) que deben importar granos no sufran el contagio cada vez más dramático de la inflación alimentaria y de la agitación política. En cambio los países, nerviosos, han respondido más bien con políticas de “yo primero”, de la prohibición de exportar al acaparamiento de cereales y la neo-mercantilista apropiación de tierras en África. Y los esfuerzos de los activistas preocupados o de las agencias internacionales para contener la especulación de granos no han servido para nada. Constantemente los fondos indexados de materias primas siguen prosperando, los banqueros se embolsas las ganancias y los pobres del mundo se tambalean al borde del hambre.

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